Saturday, December 6, 2025

Ensayo político: Colombia ante el abismo social y la captura del Estado por estructuras criminales.

Colombia atraviesa uno de los momentos más complejos de su vida republicana. Aunque el país ha enfrentado guerras internas, crisis económicas, colapsos institucionales y graves episodios de corrupción, pocas coyunturas han combinado de manera tan peligrosa la polarización social, la erosión de las instituciones democráticas y la expansión de estructuras criminales dentro del entramado estatal. Esta convergencia configura lo que algunos analistas describen como una captura sistémica del Estado, donde el crimen no solo desafía al gobierno: busca gobernar desde adentro.

El presente ensayo analiza este fenómeno desde una perspectiva política y sociológica, explorando las causas, dinámicas y consecuencias de esta intersección entre crimen organizado, populismo, debilidad estatal y fractura social.

1. El origen del abismo: crisis de legitimidad y polarización estructural

La polarización en Colombia no es un fenómeno coyuntural: es un proceso sedimentado que responde a décadas de desigualdad, conflicto armado, corrupción y promesas incumplidas. Sin embargo, la etapa contemporánea presenta un salto cualitativo. La política, en lugar de construir consensos, se ha convertido en una guerra simbólica permanente.

Tres factores explican esta radicalización:

1. Desconfianza total en las instituciones: el ciudadano percibe que la justicia no castiga, que la política no sirve, que la corrupción no cede y que el Estado no protege.

2. Narrativas de odio y división: sectores políticos han explotado el resentimiento social para consolidar identidades enemigas, alimentando un clima de “ellos o nosotros”.

3. Vacío de liderazgo ético: la ausencia de referentes nacionales de unidad ha dejado el espacio abierto a discursos extremos.

En este terreno fértil, el crimen encuentra grietas para expandirse como un actor político.

2. El crimen como agente político: de la clandestinidad a la cooptación

El crimen organizado en Colombia ha evolucionado. Ya no se limita a traficar, extorsionar o controlar territorios: ahora pretende influenciar, capturar y modelar decisiones públicas.

Este fenómeno adopta distintas modalidades:

Infiltración institucional: penetración de redes criminales en organismos de control, alcaldías, gobernaciones y sectores del Congreso.

Economía política del crimen: uso del dinero ilícito para financiar campañas, controlar contratos públicos o manipular presupuestos.

Cooptación social: en regiones donde el Estado es débil, grupos criminales suplantan funciones públicas: imponen justicia, regulan economías locales o reemplazan la seguridad social.

Propaganda política: narrativas que romantizan, justifican o normalizan actores armados y economías ilegales.

El resultado no es solo un Estado débil: es un Estado competido, donde instituciones formales conviven —y a veces sucumben— ante poderes paralelos.

3. El populismo y la distorsión del discurso público

Los gobiernos contemporáneos en América Latina han mostrado una tendencia al populismo polarizante: ofrecen respuestas simples a problemas complejos, culpan a enemigos difusos y buscan acumular poder debilitando contrapesos.

En Colombia, esta lógica ha facilitado que sectores con nexos informales con el crimen utilicen el discurso oficial para:desacreditar a la prensa,presionar a la justicia,relativizar violencias históricas,o moralizar proyectos ideológicos mientras normalizan alianzas oscuras.

Cuando el discurso público se vuelve propaganda, la democracia deja de deliberar y comienza a obedecer.

4. La sociedad en el borde: agotamiento, miedo y resistencia cívica

El ciudadano común vive atrapado entre dos fuerzas:
1. un Estado que se debilita,
2. y organizaciones criminales que se fortalecen.
Esto produce tres efectos:

Agotamiento emocional: la sensación de vivir en una crisis constante desgasta la confianza y paraliza la acción colectiva.

Normalización del miedo: homicidios, extorsión, amenazas y corrupción se vuelven paisaje cotidiano.

Desobediencia democrática: los ciudadanos pierden identificación con el proyecto nacional y buscan alternativas individuales de supervivencia.

Pero también surge una respuesta alentadora: movimientos ciudadanos, periodistas independientes, sectores académicos y comunidades locales se han convertido en barreras éticas frente al avance de la captura criminal.

5. El riesgo histórico: perder el monopolio del poder legítimo

Cuando el crimen gobierna —directa o indirectamente— ocurre un quiebre fundamental: el monopolio de la fuerza pública y de la autoridad moral pasa del Estado a actores ilegales.

Esto trae consecuencias profundas:desinstitucionalización,pérdida de soberanía,inseguridad jurídica,fuga de capitales,erosión de la convivencia social,y debilitamiento irreversible de la democracia.

Colombia se encuentra en un punto donde el futuro puede inclinarse hacia la reconstrucción institucional o hacia la consolidación de un híbrido político-criminal duradero.

6. ¿Cómo recuperar el rumbo? Líneas para una reconstrucción democrática

Superar este momento histórico exige un proyecto de Estado que combine firmeza, reformas estructurales y cohesión social.

Las líneas fundamentales serían:
1. Justicia fuerte y despolitizada
Reforma profunda a la Fiscalía, Procuraduría, Contraloría y a la justicia ordinaria para impedir su captura y garantizar independencia.

2. Seguridad inteligente y territorial
Estrategias basadas en inteligencia financiera, presencia integral del Estado y fortalecimiento del control civil sobre la fuerza pública.

3. Reforma electoral anticaptura
Transparencia absoluta en financiación de campañas y rastreo de dineros ilícitos.

4. Blindaje institucional contra populismos
Contrapesos fuertes, independencia legislativa y protección de la prensa.

5. Proyecto nacional de reconciliación
Un discurso que recupere la confianza, reduzca la polarización y reconstruya el contrato social.

Conclusión

Colombia vive un momento decisivo: un cruce de caminos donde el futuro puede inclinarse hacia la degradación estatal o hacia la recuperación democrática. La captura del Estado por estructuras criminales no es inevitable, pero sí es un riesgo real que se profundiza cuando la sociedad se fragmenta, cuando la política se vuelve odio y cuando las instituciones renuncian a su deber.

El desafío no recae solo en los gobiernos de turno: corresponde a toda la nación. La historia de Colombia demuestra que, incluso en los momentos más oscuros, el país ha sabido levantarse.

Hoy, ante este abismo social y político, el llamado es claro: defender la democracia, restaurar la legitimidad y evitar que el crimen decida el destino de la República.

JRoU 
La verdad sin filtros ni teleprompter.

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JR